Tropezón de los fuertes. Intento mantener como puedo la verticalidad, pero al final doy con mis huesos en el suelo. Una caída de esas que duelen y mucho. Lo normal, teniendo en cuenta la cantidad de piedras que tiene el camino. De hecho, quizás esperaba más dolor. Antes de intentar levantarme hago una rápida evaluación de daños: dolor de rodilla, muevo bien el brazo izquierdo aunque está resentido, gemelo izquierdo acalambrado. Intento soltar el gemelo. Parece que no va mal, pero me molesta mucho. Tengo un buen castañazo en la rodilla izquierda. Importante, no he roto el pulsómetro, glups. Enseguida varios corredores se paran para ayudar y una gentil señora me da instrucciones precisas "No vayas de puntera, apoya bien el talón y no corras! Así llegarás a la meta". Durante unos metros, tras beber el agua con sales que me ofrece otro participante, sonrío por la energía de aquella mujer, pero pienso si tendrá idea de todo lo que queda por delante hasta la meta. Bajo poco a poco a Cotos, continuando con la evaluación de daños. Dolor de rodilla y el gemelo de piedra, como contracturado.
Ah...no he puesto al lector en antecedentes. Estoy en el Maratón Alpino Madrileño. Camino del segundo paso por el puerto de Cotos, llevo ya más de 20 km y unos 1700 metros de desnivel positivo. Por delante quedan alrededor de 25 km con otro km vertical y bastante cuesta abajo.
Intento correr pero tengo muchas molestias. Bajo tramos andando y, mientras, maduro la decisión de retirarme que me ha rondado la cabeza desde que me puse en pie. Me adelantan muchos corredores. Muchos de ellos me suenan, los habré pasado en algún momento durante la carrera. La de la rodillera, el bandolero de los bastones, uno tras otro me pasan, muchos dan ánimos cuando me ven andando. Voy perdiendo posiciones, aunque sea lo de menos. Se pasan por la cabeza las horas que he corrido de madrugada para estar en condiciones hoy. Las horas que le he quitado a la familia. Todo ello acentúa el sentimiento de rabia por ese absurdo tropezón.
Llego a Cotos, donde Sara me dice que mis compañeros de viaje, Sergio y Víctor, han dejado el avituallamiento hace pocos minutos. Van bien, qué pena no poder seguirles. Los voluntarios de la organización me tratan muy bien. Un masaje confirma que tengo el gemelo izquierdo "al jerez". Al enfriarme, la rodilla molesta más y más.
Vuelta a casa en coche gracias a Sara. Es raro estar comiendo una fabada antes de que mucha gente haya llegado a la meta. Qué rabia. En la ducha descubro cardenales en sitios que no pensé que me había golpeado.
PD: puede que la flojera en las bajadas se debiera al virus que se manifestó esa misma tarde con vómitos, diarrea y fiebre. Habrá que volver más fuerte y sano.
La foto es de la primera llegada a Cotos, todavía sano y con buenas sensaciones.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
Hola Raul,
Correr por montaña tienes estas cosas que no dejan de ser gajes del oficio. Saber retirarse a tiempo también es una victoria.
Espero que a estas alturas ya estés completamente recuperado y pensando en la siguiente,
Nos vemos corriendo por montaña,
Gracias por tu comentario Rubén! La verdad es que tardé en recuperarme del golpe físico más de lo que pensaba en un principio, pero ya estoy bien. Espero volver al monte pronto. El chasco de no poder acabar la carrera me queda, pero sé también que hice lo correcto para que la lesión no fuera a más.
Un saludo y avisa si corres por los madriles!
Publicar un comentario