Las buenas costumbres.

Tengo la impresión de que cada vez menos gente pasa la noche en la Pedriza. Vas a zonas alejadas de Cantocochino, como la pared de Santillana, y te encuentras varios vivacs guapos donde pasar la noche, pero, a pesar de que hay varias cordadas trepando en los alrededores, nadie se queda a sobar. La gran mayoría bajan al coche y se van a sus casas, incluso teniendo planeado escalar al día siguiente en la Pedriza, donde si no. Bueno, algunos se quedan como Sebas, Jorge y yo esye fin de semana. Creo que hay que ejercer de pernoctadores pedriceros, aunque sea por ahorrar gasolina, que está por las nubes oiga!

Desde que vino a los Madriles a Sebas le habia llamado la atención la Pared de Santillana, así que la idea era subir hasta allí, escalar la Sur Clásica y después...pues ya iríamos viendo. Nos tomamos la aproximación con calma y cuando llegamos a la pradera de Navajuelos nos sorprendimos por lo concurrida que estaba la zona, con dos cordadas en el Mogote de los Suicidas y otras dos en la Pared de Santillana. Hicimos la vía, haciendo de modelos para las fotos de Jorge..."espera, mira al sol", mete la mano en la fisura", "recoge las cuerdas ahí que hay mejor luz..." jejejej. MIentras, Sebas hizo los honores de primero en el llargo de entrada repitiendo la frase..."esta está buenísima para free solo!". Joer como está el patio jeje.

Tras la vía, al vivac. Pasear por los alrededores, ver las luces de Madrid. ¿Sólo me parece? o ¿cada vez están más cerca?. Subirse a las piedras y hacer hambre para cenar. Jorge, como no podia ser de otra forma, se perdió un rato para coger la mejor luz. Ese Galen! Mientras cocinábamos y mientras cenábamos, charla y risas, que nunca falten, con el ruido del viento moviendo los pinos de fondo. Jorge casi se nos enamoró un rato antes y eso nos dio mucho juego! Ésas son cenas que no parecen acabar, siempre hay algo más que picar jeje. Me encanta :-).

Y entonces, subitamente, el cansancio del pateo, de la carga sobre los hombros y la escalada nos ataca, la conversación decae y toca sacar los sacos. Umm, no hay calor igual al que da el saco de plumas. Lo echaba de menos. Tanto que dormí exageradamente bien. Qué placer levantarse en el campo, con el aire fresco en la cara, con los pajarillos cantando y los buitres todavía posados, esperando a que el aire se revuelva para poder volar. Dormir en el monte, qué gran placer.

Para el domingo decidimos tomar el camino que baja desde la Pradera de Navajuelos hasta las Buitreras para allí hacer alguna fisura. La Peninsulares la primera y luego ya veríamos. Por el camino, admiramos canchos miticos surcados por vías que no lo son menos, como el Cancho Amarillo.

Jorge buscó un punto desde donde hacernos fotos. Llegó el momento de escalar, preparar el material y justo cuando Sebas se encordaba se puso a llover. Él podía haber dicho que recogieramos todo para irnos, pero su reacción fue..."bueno, habrá que escalarla rápido...". Joder, ese es el espíritu! me lo apunto. Así que así, lloviendo, se encadenó la vía. A mi me tocaba limpiarla y mientras me ataba los gatos me chorreaba agua por el borde del casco. Condiciones ideales jaja! Y bueno, comencé arrancando una regleta que había para el pie. Si llego a ir de primero me esnafro, ups!. Pero bueno, al final no se dio la cosa mal con las indicaciones de Sebas. El segundo largo no lo hicimos y pa'bajo.

Para acabar el día, pateo hasta el Tranco chispeando a ratos y con un viento pesado, pesado...

Que gran fin de semana compañeros! Y gracias por las fotos jorge :-).