jueves, 29 de junio de 2017

¿Al lugar donde has sido feliz no debieras tratar de volver? -TP60 2017-

7:30 de la mañana de un sábado cualquiera. Unos cuatrocientos zumbados disfrazados con todo tipo de cachivaches rompemos la tranquilidad de Miraflores de la Sierra y nos disponemos a recorrer la carrera “corta” del programa del Gran Trail de Peñalara. Bastante sueño. Y eso que este año el apoyo logístico de Sergio se ha multiplicado incluyendo la furgo para dormir. Pero es que los nervios no han dejado descansar bien. Unos 63 km nos esperan para recorrer algunos de los grandes rincones de la sierra madrileña.
Siempre digo que en las carreras largas lo más difícil es llegar en buenas condiciones a la línea de salida. Hay que planificar con muchos meses de antelación, muchos madrugones, muchos kilómetros. En mi caso todo empezó hace algo más de un año, cuando me inscribí como voluntario para esta misma carrera ya con la idea de optar a alguno de los dorsales disponibles fuera de sorteo. Quizás ya empezara hace dos años, cuando corrí esta misma carrera. La experiencia fue tan buena, el resultado tan satisfactorio, que tenía el reto escondido de volver a vivir todo aquello y, por qué no, mejorarlo.
Tras despedirme de Sergio, al lío, poco espacio para risas y a correr. Siempre me da la impresión de que hay demasiadas prisas al principio en estas carreras largas. Empezamos con una ascensión al puerto de la Morcuera siguiendo una ancha pista durante varios kilómetros. Permite que el pelotón se estire antes de que llegue terreno más estrecho. Pronto me alcaza Daniel Marcos, compañero de esta misma carrera en 2015, que va muy fuerte y enseguida se adelanta. ¡Vaya carrerón Dani! Buenas sensaciones en este inicio, aunque no me compliqué y anduve pronto para dosificar el esfuerzo. Llevaba aprendidas las referencias de 2015 y tampoco quería volverme loco.
Antes de darte cuenta acaba la primera ascensión. Buen tiempo. Bastante gente animando a esas horas, aunque aún no podemos refrescarnos y toca correr un tramo por senda paralela a la carretera para el primer avituallamiento, que este año está junto al Albergue de la Morcuera. La experiencia anterior me decía que podía ahorrar bastante tiempo en los avituallamientos y no me entretuve mucho más que para cargar agua. A esas alturas ya me estaba comiendo el segundo gel del día y había tragado casi litro y medio de agua. ¡Y lo que quedaba! La teoría decía que tenía que ingerir entre 30 y 40 gr de hidratos por hora y doblar esas cantidades a partir de la cuarta hora. Ese era el plan, así que una variable más que controlar.
La bajada a Rascafría este año era en su totalidad por una ancha y monótona pista forestal. Difícil no dejarse llevar demasiado. Difícil dosificar. Hace dos años se intercalaban tramos de senda que acortaban la bajada y la hacían más amena. Esta vez salieron unos 15 km de bajada casi ininterrumpida, más otros dos kilómetros largos ya en Rascafría hasta el siguiente punto con ayuda. La verdad es que tenía buenas piernas y me dejé llevar más que en 2015. Odiosas comparaciones. Ahí me di cuenta de que las referencias ya no me valdrían para mucho, ya que el recorrido se había alargado bastante. Resultado: a pesar de bajar mucho más rápido este año, al llegar al avituallamiento acumulaba retraso. Junto al Puente del Perdón Sergio me espera ya montado en su “burra”, que ese Ironman está ya próximo. El tedioso tramo llano por Rascafría me decía que igual me había pasado en la bajada. De nuevo, avituallamiento rápido, cargando más agua esta vez y tomando sales. Para organizarme, llevaba de inicio la comida que calculaba para este primer tramo hasta Rascafría, además de dos bolsas con la comida para los otros dos bloques que me había marcado: Rascafría-Cotos y Cotos-Navacerrada. Tocaba echar mano de la primera bolsa, la más pesada.
Comienza el tramo clave de este recorrido: la ascensión al Puerto del Reventón y el cresteo a Peñalara por Claveles para después bajar a Cotos. Tiene el mayor desnivel, el terreno más técnico y al mismo tiempo las vistas más espectaculares. Este tramo en sí mismo es ya una ruta cinco estrellas, razón principal de que me inscribiera en 2015. Comienzo con ánimos, andando, pero con paso ligero. Hay que seguir dosificando y llegar con piernas a los tramos más duros. Sin embargo, a mitad de la subida ya noto que las piernas no van como en semanas anteriores, medio acalambradas y con dificultades para intercalar tramos de carrera. Cuando intento correr, noto molestias en la rodilla izquierda. A pesar de ello avanzo ligero y no pierdo muchas posiciones. Hasta el Reventón es una ascensión larga, con un largo tramo por pista con muchas zetas. Fue bueno entrenar por aquí con Dani hace unas semanas y tener el recorrido fresco en la memoria. Antes del avituallamiento me distraigo viendo un camión del ejército varado entre los piornos. Y un grupo de militares de la UME rascándose la cabeza.
De nuevo el protocolo a seguir al llegar al punto de refresco del Reventón: beber, cargar agua en los bidones y el “camel”, tomar sales y ver en el reloj si toca comer o no. Sigo avanzando. Tras el avituallamiento aún hay que subir un rato antes del primer descanso real del cresteo por estos montes Carpetanos antes de Claveles. Ya ahí noto que las piernas van muy mal, que el tobillo derecho lo llevo resentido y sobre todo un dolor agudo que va a más en la rodilla izquierda. Es la maldita cintilla que tanto me hizo sufrir en Somiedo, aunque aquella vez en la derecha. Las dudas, las sombras y el cabreo me asaltan. No sé si debido a eso, pierdo ritmo también en las partes de subida y el dolor aparece también en los pasos más forzados cuesta arriba. No puede ser, ¡llevo poco más de mitad de carrera! Es en este tramo, bastante largo, en el que recuerdo a Sabina y eso de que “Al lugar donde has sido feliz no debieras tratar de volver”. Y es que al reto de mejorar la experiencia previa se unía el miedo a que esta vez todo fuera un desastre y la emborronara. En fin, son dinámicas de pensamientos negativos difíciles de romper.
Voy avanzando como puedo. En algunos tramos subo bien, en otros algo más dolorido y en los de bajada o falso llano soy casi incapaz de correr. Poco antes de iniciar el ascenso a Claveles me encuentro a Fernando. El tiempo justo para contarnos nuestras penas y darnos un abrazo. ¡Qué alegría verte compañero! Comienza la subida más dura y técnica del día. No llevo buenas piernas, pero ya la conozco y sé que no es muy larga. Ademas, tengo ganas de jugar subiendo entre los bloques. Antes de llegar a la parte alta de Claveles otro encuentro con un “getepero”, Jose esta vez. Qué duro pensar que aún les quedan casi 50 km.
Y por fin llego a Peñalara, el tramo Reventón-Peñalara 14 minutos más lento que en 2015, de nuevo malditas comparaciones. De lejos me saluda Sergio, que me espera para acompañarme un rato. Qué alegría, la verdad. Paso de estar encerrado en los versos de Sabina a compartir las penas con él y me termina convenciendo de que en un momento estamos en Cotos y ahí recuperaré. El comienzo de la bajada se me hace muy penoso, sin poder bajar con normalidad. Pero poco a poco parece que las piernas reaccionan y acabo corriendo cuesta abajo, no sin algún pinchazo que me pone en mi sitio.
En Cotos la emoción de ver a Sara y las niñas da mucha fuerza. Mucha. Es el avituallamiento más largo del día, con la ayuda de Ullé y Daniel Mesas, los demás voluntarios y los sanitarios. Bebo y demás rutinas, pero además me doy hielo en la cintilla, me aplican Reflex y cuando menos me lo espero me dan un Ibuprofeno. Fotos, besos, abrazos y sigo rumbo a Bola del Mundo. Al poco de arrancar saco de la mochila la segunda bolsa de comida y pongo todo a mano. La larga subida por la Loma del Noruego la paso hablando con unos y otros y se me hace menos pesada que en otras ocasiones. Llevo mejores piernas y voy más animado. Cuando termino la última rampa no puedo evitar un sentimiento de euforia, aunque estoy expectante por ver si puedo bajar bien hacia la Barranca. Tras el avituallamiento, muy rápido, empiezo a correr sin problema y con buen ritmo. El primer tramo técnico también y enseguida gano varias posiciones. Será que la droga ha hecho efecto o simplemente estar pensando en que ya queda muy poco. Ya en la pista que lleva al aparcamiento de la Barranca alterno posiciones con una pareja que parece que van a competir y ponerlo difícil. Tanto que antes de Navacerrada ando un tramo y se me van. En la pista, fuera del pinar hace un calor terrible. Llevo medio litro de agua y me lo voy echando por encima. A tramos corro a un ritmo bastante alto para esas alturas de carrera, pero paro en una pequeña cuesta antes del cruce de la carretera y tomo un poco de aire.


Cruzo la carretera, entro en el pueblo y ya se oye a lo lejos la megafonía de meta. Solo queda un último empujón. A pesar del recorrido más largo (casi tres kilómetros más) y la crisis de Peñalara, no pierdo tanto tiempo respecto a la vez anterior. Quizás la comparación no sea tan odiosa y veo ya todo en color. Alegría, emoción, mucha emoción. ¡Meta!. Hay que tratar de volver siempre al lugar donde has sido feliz, pero teniendo en cuenta que todo cambia y tú también.

jueves, 15 de septiembre de 2016

Maratón Canfranc-Canfranc 2016

Tenía dudas. Muchas dudas. Leí y escuché tantas veces que es uno de los maratones de montaña más duros, o el más duro, que casi llegué a abandonar antes siquiera de viajar a Canfranc. Hace mes y medio no daba un duro por estar el 10 de septiembre a las 8 de la mañana en la salida. Tras el maratón de Madrid había perdido mucho la forma y la motivación. Las salidas a correr por la Sierra habían sida escasas. Sin embargo, empecé a meter algo de más de regularidad en las salidas y el verano me facilitó subir varias veces seguidas al monte por el Guadarrama y Somiedo. La decisión final de ir a por la carrera la tomé gracias a Klaus y mi hermano Sergio, que me animaron a intentarlo. Isela además me animó también a viajar y probar. Gracias!
Así que allí estaba al fin en la salida de Canfranc, con poco volumen de entrenamiento en las piernas, pero con mucha curiosidad por ese recorrido tan duro (veríamos si sólo sobre el papel).
La idea era acabar dentro de las 12 horas de control y sufrir lo menos posible, así había que tomarse la primera subida con calma tras salir de la impresionante estación de Canfranc: ascensión a la Moleta, primero en zigzag por bosque junto a una gran tubería de la hidroeléctrica y después, tras salir del bosque, subida a "cholón" hasta la cumbre. Toda la subida la hice con Ullé, parando a hacer alguna foto y manteniendo un ritmo constante sin excesos. Buenas sensaciones en este tramo, pero quedaba mucho. En la cima, alguna foto más. Estaba Sergio esperándome para ver qué tal iba. Todo bien, pero había que concentrarse en la bajada.
La primera bajada también con calma. Una zona espectacular de montaña, el Rincón de Samán y el Ibón del mismo nombre, que también dió para parar a echar fotos. Tras finalizar el terreno de bajada más pronunciado, tocaba correr y avanzar a mayor ritmo por el barranco de Izas. Ya se me hizo largo llegar al primer avituallamiento (km 18), con lo que quedaba por delante! Se notaba que el sol estaba ya más alto y que habíamos perdido mucha altura. Una parada a hidratar bien, a comer, con cuidado de meter sales. Los voluntarios muy atentos y simpáticos, en los tres avituallamientos igual, un diez. Me despido de Sergio, que había esperado para verme y ya no le vería más.
La siguiente subida era la de La Raca. Comencé con Ullé de nuevo, pero al poco tiempo ya empecé a perder ritmo y me quedé solo. No sé si había comido poco o si era sólo falta de entrenamiento, pero la subida al segundo pico del día se me hizo eterna y me desesperó ver cómo me alcanzaba gente que venía desde atrás. Aún estábamos en torno al km 20 y quedaba mucho. Son esos ratos malos cuando se te pasa por la cabeza abandonar. Sabía que la familia estaba arriba esperando y que el telesilla estaba en marcha, listo para escapar. Pero bueno, llegué arriba, aunque incluso con la cima a la vista y la familia animando había tenido que parar un par de veces porque iba fundido. Abrazos, besos, ánimos de Sara, Isela y las niñas, todo ayudó y mucho. Me quité algunas chinas que llevaba en las zapatillas, bebí, comí algo y me animé a seguir. Cambié el chip. Decidí ser conservador y hacer pocos alardes, guardar las pocas fuerzas que tenía, pero seguir moviéndome.
Bajada por una de las pistas de la estación de Astún, con las chicas animando desde el telesilla. Un lujo! Hasta me grabaron un vídeo desde las alturas donde se hace evidente que no bajo como Kilian jaja.
Cuando llegué a Astún de nuevo sensación calor, de nuevo había que correr. Y cómo me costaba. Me junté un tramo con un corredor que parecía francés y una chica vasca, pero me costaba mantener un ritmo corriendo. Después si fui con la chica hasta el avituallamiento, pero de nuevo fue un tramo pesado. Llegué al avituallamiento de Candanchú, segundo del día en el km 27 sólo con media hora sobre el cierre de control. Nunca había tenido que estar pendiente del cierre de control en una carrera, pero supongo que tiene que haber una primera vez para todo. Y pese a esa presión del horario, estaba ya convencido de que acabaría en tiempo. Me tomé un respiro en donde habían situado el avituallamiento y tras comer, beber y cargar agua...a seguir al lío.
El siguiente tramo, en subida se me volvió a atragantar. Pasé solo bastante rato, con dos o tres corredores a la vista por delante y otros tantos que me alcanzaron por detrás. Y se fueron. Lillo, compañero de la URJC y su compañero de ruta me alcanzaron en cada una de las subidas del día. Qué ritmo constante, qué envidia. En las bajadas les había alcanzado, eso sí. Tras mucha subido, por terreno técnico con tramos de roca, barrancos y cambios de dirección, llegamos a la Tuca Blanca, donde volvimos a terreno de la estación de Candanchú y bajamos hasta la base del Aspe, donde habían situado el último avituallamiento del día en el km 37 aproximadamente. El Aspe encima, un circo montañoso de impresión alrededor y...un tío haciendo huevos fritos en la base de vida! Impresionante! Un pasada. Paré un momento coincidiendo de nuevo con Lillo y su colega y otro par de corredores. Comí un huevo frito con pan pensando en las proteínas que necesitaría para la última bajada (y pensando en lo que me apetecía comer en condiciones!).
Vuelta a la ruta, esta vez había que seguir bajando. La bajada más complicada del día, sin mucho camino evidente y terreno donde era fácil hacerse daño. Por suerte lo salvé. Alcancé a un par de corredores casi abajo y fui con ellos hasta el Ibón de Tortiella (no recuerdo un Ibón, debe estar colmatado). En compañía inicié la última subida del día que llegaba hasta el collado de Estiviellas. La última ya. Un empujón y ya estaba, aunque fuera un empujón de casi dos horas más a meta. De nuevo la cuesta se me atragantó y los compañeros se me escaparon por delante. Pero bueno, ya me daba igual, la emoción de pensar que ya no se me escaparía la meta me alentaba.
Cómo me alegré de ver a los voluntarios del control en el Cdo. de Estiviellas. Me abrigué un poco, bebí, un par de fotos y "p'abajo"! Desde el primer momento me encontré bien en la bajada. Parecía que había ido guardando lo suficiente para que las piernas fueran bien este tramo. Supongo que los ratos que usé los bastones bajando debieron ayudar, pero para esta bajada los guardé en la mochila por primera vez.
Pero aún encontrándome más o menos bien, la bajada a Canfranc desde ese collado es una paliza auténtica. Crees que no te queda nada porque oyes la megafonía, pero es un zigzag continuo que no para. Me animé pensando que alcanzaría a alguien, porque además creía firmemente que iba el último (o casi). Primero alcancé a un chaval que hablaba inglés y sólo pudo decirme "Oh man, I'm done...". Iba fastidiado andando con los bastones. Después alcancé al compañero de la bajada anterior que iba también animado aunque a menor ritmo bajando que yo, pensando que ya entrábamos seguro en tiempo de control. Más abajo alcancé de nuevo a Lillo y su compi y nos dio tiempo a quejarnos de lo larga que se hacía la bajada. Un poco más tarde, llegamos por fin a Canfranc. Ahora ya podía correr, sabía lo que quedaba. Abrazo con Sergio, saludos a las chicas, entro en meta con Nerea de la mano. Felicidad.  Abrazos con Lillo y su compañero, con Sergio, Sara, Isela y las niñas.
Estas carreras son como vidas concentradas en unas pocas horas. Da tiempo a pensar mucho, da tiempo a sufrir, a disfrutar. Esta carrera me recordó que hay que perseverar, que incluso cuando las cosas no van bien hay que aguantar, porque a veces los planes salen bien, muy bien.
Al final entré en 11h 41min en el puesto 99 de 104 finalistas (además varios corredores llegaron a meta fuera de control).
El track aquí

miércoles, 5 de agosto de 2015

MDS Desafío Somiedo 2015. Análisis del recorrido.




Los números:

45 km (aproximadamente)
>2200 m d+ (5000 m desnivel acumulado)

El trazado del MDS no deja indiferente. Se trata de una ruta compleja de gestionar. Si eres de los que gustan de carreras rápidas, de mucho correr por caminos poco técnicos, tendrás terreno para ello. Desde la salida al kilómetro 15 predominan las pendientes suaves y los caminos y sendas fáciles. Para empezar se sube por caminos anchos y al final por senda al Lago del Valle (primer avituallamiento del día), puro placer para la vista. Desde el lago, se toma una senda con increíbles vistas del Lago del Valle y del valle que nos encaminará en ascenso continuo pero no brusco hacia los llanos previos a los lagos de Saliencia. Ya en los lagos se llega a una pista forestal muy buena, que  nos llevará al avituallamiento del alto de la Farrapona. En tramos posteriores hay también mucho terreno rápido, si te quedan piernas para correr alegre. Los tramos de llaneo anterior y posterior al avituallamiento de Saliencia (medio maratón, aproximadamente) y la bajada desde Valle de Lago hasta meta son buenos ejemplos.

Pero cuidado, si en los 15 primeros kilómetros te exprimes demasiado puede que la subida desde el Alto de la Farrapona hasta la cima de Los Bígaros se te atragante más de la cuenta. Empieza ahí el tramo más montañero, ese que agradecerán los que no conciben una carrera de montaña sin llevarse las manos a las rodillas o incluso sin usar las manos para progresar por terreno técnico. La ascensión a Los Bígaros, bastante dura aunque no muy larga, nos lleva a un tramo muy rocoso con cresterío incluido. Auténtico terreno de montaña. Pasada la cresta, la bajada (hasta Saliencia, la más larga del recorrido) se hace por pastos de montaña sin senda evidente para llegar al Puerto de la Mesa. De nuevo, buen terreno para los buenos bajadores montañeros. Tras un primer tramo técnico, la Foz de los Abroxos que nos llevará a Saliencia es terreno de nuevo rápido.

Llegas a Saliencia, tras recorrer media maratón por terreno variado y crees que ya es pan comido. Error...Lo que viene es un rompepiernas que pondrá a prueba el fondo físico y la fortaleza muscular de todos. Primero se asciende desde Endriga (ojo si pillas horas de calor), por una senda que se hace dura, aunque no sea una ascensión larga. Luego se recorre una pista en continuo subibaja, que termina subiendo para seguir poniendo a prueba el fondo del personal. Un par de fuentes en este tramo son como oasis en el desierto si la carrera es en día caluroso. La bajada a Arbellales desde la Corra es de nuevo buena para los buenos bajadores o al menos para aquellos que todavía tengan piernas para hacer alardes. Antes de terminar la bajada tendremos un avituallamiento salvador tras pasar la Foz de la Guergola (ay ese empedrado...).

Ya sólo quedará la última subida, que nos llevará a la zona de la salida. Esta ascensión de 3 km por una pista encajada en un estrecho valle mostrará quién tiene de verdad fondo físico y quién tiene piernas duras para volver a apretar subiendo. Además dejará al aire las vergüenzas de los que se hayan pasado de "listos" en los primeros kilómetros. Es de esas subidas que parece que nunca acaban, el bosque no nos deja ver si queda mucho o poco de los casi últimos 400 m de desnivel del recorrido. Llegamos a un collado idílico, que en un empujón nos lleva al último avituallamiento, en Valle de Lago.

A correr (si aún puedes) cuesta abajo hasta Pola de Somiedo y la meta, 6-7 kilómetros por buen camino, con sombra.

Aparte de cuanto se puede correr en cada punto, de lo técnico o lo fácil que sea cada tramo, una cosa está clara. Se trata de un recorrido espectacular en un entorno de los más impresionantes de la península. Si no corres, visítalo para andar, para disfrutar de sus miradores y sus múltiples sendas.


miércoles, 1 de julio de 2015

Crónica personal del TP60 2015

Con las ideas algo más claras tras la intensa carrera del sábado, toca ahora contarla. Pero primero toca dar las gracias. Isela , mil gracias por aguantar a las "fieras" todas esas horas que he pasado fuera corriendo y por comprender esta loca afición. Sin eso no habría nada más. Gracias a Sergio por el apoyo logístico y la compañía durante dos importantes tramos de la carrera, fue una pasada volver a compartir kilómetros por el monte contigo. Ahora entiendo bien la función de los "pacers" de las carreras americanas, qué importantes son. También te agradezco muchísimo, junto a Víctor, los buenos consejos sobre entrenamiento vía "wasap" y las risas que nos echamos con ese grupo de tres.

El TP60 arrancó en Miraflores, tras abrazos con amigos de siempre como Miguel (vaya carretón amigo!), dejando atrás un montón de dudas que tenía de semanas anteriores: alguna molestia algo más importante de lo normal en una rodilla y un último mes muy corto de entrenamientos me tenían preocupado. Pero bueno, eso quedó atrás y comenzamos a correr con mucho ánimo.

Esta vez, por el respeto a este primer "ultra", había visualizado muchas veces tramos claves del recorrido para perfilar algo parecido a una estrategia. La idea era regular mucho en la primera ascensión (al Pto de la Morcuera) que con tanta pista era muy corrible y en la primera bajada, 15k de pista forestal en su mayoría que sabía me podían penalizar mucho si me lanzaba demasiado. También sabía que tenía que comer mucho y beber más por el calor previsto. Así que toda la carrera fui comiendo según el reloj más que por las ganas y bebiendo de manera continua y especialmente en los puestos de avituallamiento añadiendo sales minerales.

La primera subida a la Morcuera se hizo rápido, pero dejé de correr antes de lo que pedía el cuerpo para llegar arriba muy entero. Y fue bien, allí estaba Sergio dando ánimos y buen humor. Gracias! Tocaba el segundo gel del día, beber algo, cargar un poco de agua y abajo hacia Rascafría. La bajada es sobre todo por pista forestal, pero hay un par de tachuelas que suman desnivel y algún tramo de senda muy divertido de bajar. De nuevo la gente iba muy rápido y tocaba frenarse. Me vino bien encontrarme al Montaraz Miguel Ángel, que fue una gran compañia prácticamente hasta Rascafría y me dio muy buenas claves sobre el recorrido.

Tras un último llaneo hasta Rascafría llegamos al segundo puesto de ayuda del día. De nuevo allí estaba Sergio. Hasta ahí la cosa iba bien, pues la idea de llegar a ese punto muy entero parecía que se había cumplido. Apliqué entonces la lista de tareas para los avituallamientos: beber, tomar sales, comer, recargar agua, seleccionar en la mochila los geles para el siguiente tramo, protector solar...cabeza fría.

Ahora tocaba la subida al Puerto del Reventón. De nuevo sobre todo por pista forestal, para mí el tramo más feo del recorrido junto al tramo de pista de subida a la Morcuera. Iba mirando el reloj para comer de nuevo cuando tocaba. Hice la ascensión casi entera andando, pero curiosamente iba pasando a bastante gente. Ya se iban haciendo algunas grupetas y nos iríamos encontrando unos y otros a lo largo de la jornada. Ya en esta subida se notaba calor en los tramos más protegidos, pero de momento sin daños. Una ascensión esta al Reventón larga, con pendiente sostenida, con muchas, muchas zetas, donde parece que el cordal de los montes Carpetanos no se acerca. Pero bueno, cuando ya se empezaba a necesitar llegué al avituallamiento del Reventón. Un 10 a la organización, con puestos de ayuda con un montón de bebida y comida para elegir y numerosos voluntarios apoyando al personal. Aquí tocaba cargar mucha agua, puesto que no había apoyo hasta Cotos, que quedaban muy muy lejos aún. En el Reventón me encontré con Dani, compañero de algún buen entrenamiento, pero ya no volvimos a ir juntos en todo el día.

Siguiente tramo, Reventón hasta el Pico de Peñalara, ascendiendo por los Claveles, lo más bonito del recorrido y lo que me animó a apuntarme a esta locura. De nuevo me encontré con Miguel Ángel y de nuevo me ayudó mucho su conocimiento del recorrido. Había bastantes tramos corribles y a veces había que obligarse un poco para no atrancarse en el ritmo de andar. En este tramo seguía con buenas piernas, aunque tuve las únicas molestias del recorrido en la rodilla derecha (esperaba que cantara la izquierda!). Seguí comiendo y bebiendo y con el ojo puesto en un grupo bastante numeroso que iba por delante. Poco a poco avanzamos por ese rompepiernas de subidas y bajadas cortas. Todo el recorrido fuimos pasando a los corredores del GTP, que llevaban seis horas y media más que nosotros en las piernas (y una noche sin dormir, casi más importante). En este tramo empezarnos a cruzarnos con ellos, porque les tocaba bajar por allí a La Granja. Y así me encontré con los hermanos de Paz, que iban castigados pero manteniendo su buen humor. Qué grandes. Se pusieron los pelos como escarpias al verles. Tras este encuentro alcancé a Miguel Ángel que se había adelantado y al poco llegamos ya al pie de la subida a Clavels, junto a la Laguna de los Pájaros (qué envidia ver allí a la gente tomando el sol!). Allí ya dejé atrás a mi compañero Montaraz y fui ganando terreno y puestos por esa dura subida, de las que me van bien. Ya en la zona que va por debajo de la cresta me encontré a Luis otro buen colega del GTP que iba fastidiado (es muy duro y acabó, enhorabuena!). Qué alegría verte allí compañero! Cuanto tiempo y qué buen sitio. Un tramo más técnico con mucho bloque, de nuevo adelantando a gente, aunque con amagos de calambres y me planté en la cima de Peñalara con más de una hora de adelanto respecto al horario que me planteaba (hay que decir que no tenía buenas referencias). Y allí estaba Sergio de nuevo, con una Coca-Cola (ya caliente, pero da igual, Pedro la aprovechó bien jaja).

En compañía de Sergio, bajada a Cotos con mucho cuidado de no pegarme un castañazo a esas alturas. Tomé unas sales y los calambres desaparecieron, todo marchaba. Seguía con buenas sensaciones, buenas piernas. Las molestias en la rodilla no iba a más. Casi estaba más pendiente de las sensaciones de lo que debía, pero es que no me creía que fuera tan bien. Beber, comer...el mantra de todo el día. Y la penúltima bajada estaba ventilada, con el buen avituallamiento de Cotos ya a la vista. Más sales, más agua y un homenaje al cuerpo con una ensalada de pasta que supo a gloria aunque la engullera. Además, comí una barrita de recuperación, para ir comenzando la recuperación metiendo proteínas al cuerpo.

Sabía que ya no se me escapaba, pero quedaba subir la Loma del Noruego y una última bajada, con un calor mu importante, que nos acompañaba desde la bajada de Peñalara. Los tramos más abrigados eran un horno, pero iba bien hidratado y arrancaba a sudar normalmente. Este fue el tramo donde más sufrí, pero por suerte fue ya muy arriba, casi llegando a las Guarramillas (no se corona), beber y comer de nuevo y se pasó. Compartí un buen tramo con un corredor de Rascaría, Dani. Qué buena la camaradería se genera en el pelotón con tantas horas coincidiendo.

Y llegamos al ultimo puesto de ayuda del recorrido. Parecía que quedaba poco, pero aún así me volví a tomar mi tiempo para comer y beber, manchando el agua con unas sales. Ya a estas alturas las sales me daban algo de asco, pero había que tomarlas. Y bajada hacia la Barranca por el camino del Tubo de Agua, una bajada que conozco, pero que a estas alturas había que tomar con mucho cuidado. Al poco de la bajada me volví a encontrar con Sergio que ya me acompañó hasta la meta. Qué importante que me apretaras para seguir corriendo, porque a pesar de tener buenas piernas, el cuerpo ya me pedía andar y quedarme sentado junto a una fuente! Fue un último rato emocionante, con la divertida bajada hasta el aparcamiento de la Barranca que se dio muy bien y donde aproveché para seguir bebiendo y mojarme en la fuente para refrescar ante el horno que se acercaba.

Lo siguiente...correr, correr, correr. Mirando la clasificación, gané 9 puestos desde Bola a meta, yo que suelo acabar las carreras arrastrándome. Mucha emoción, camuflada por las gafas de sol. Iba animando a los corredores que me encontraba. Ya en Navacerrada una familia rociaba desde su terraza a los corredores con una manguera. Les hubiera besado los pies! Ya casi en meta, abrazo a mi hermano a la carrera, palmada a Isela, mucha emoción, rabia. Ya está. 9 horas 34 minutos después, 16:34 de la tarde, puesto 128 de 395 clasificados. Y sobre todo, placer de recorrer terreno de montaña, un paisaje espectacular.

Quedan atrás muchísimos madrugones, muchos entrenamientos en ayunas. Muchas sesiones de cuestas al estilo de Kike De Diego (el entreno de Rivas me enseñó mucho!), el maratón de Sevilla, sin saberlo fue en realidad una buena tirada larga, y un buen puñado de salidas a la sierra con Javi, que son más disfrute que entrenamiento. Gracias a todos!
[Las fotos están por llegar]